domingo, 27 de septiembre de 2009

Espalda.










Mi relación con la espalda ha pasado por distintas fases o experiencias, no se exactamente como definirlo. No sitúo en mi memoria un recuerdo matriz de tener conciencia de esa otra cara, como mucho, puedo rememorar sensaciones difusas relacionadas con las significaciones que se han dado respecto a esta porción del cuerpo. Recuerdo por ejemplo, la sensación de fastidio, vergüenza e impotencia cuando en primero de EGB me castigaron de cara a la pared durante toda una mañana por equivocarme en las cuentas. En este caso era yo el que daba la espalda pero tenía la sensación de que era el mundo el que me la daba a mí al verme exiliado frente al paisaje de cal y desconchones de la pared de la clase.
Como digo, más que experiencias directas con la propia espalda archivo efectos colaterales que se le han asociado: darle la espalda a alguien porque no te hablas con el o ella, darte la vuelta para mirar a otro lado y no ver o hacer como que no ves algo que no te interesa, correr todo lo que el cuerpo te dé para dejar de ver esa parte del cuerpo del que va por delante de ti en la carrera…en fin, se podría decir que más que con la propia espalda he tenido más contacto con la sombra o la proyección de ésta en sus diferentes representaciones culturales; e incluso me atrevería a decir que ese contacto ha estado también ensombrecido por predominar connotaciones negativas.
Fue a partir de empezar a practicar yoga cuando esa sombra empezó a tener características físicas apreciables para mis sentidos, longitud, superficie, movilidad, ductilidad y toda una suerte de sensaciones que empezaron a transmitirme un lenguaje más allá del convenio cultural con el que hasta entonces me había relacionado. Con el tiempo, la senda del yoga me ha ido llevando en una expedición físico-emocional a lo largo y ancho de esta geografía dérmica y me ha desarrollado un sentimiento de aprecio (en el sentido de reconocer), ternura, valoración, comprensión y cuidado hacia mi otra cara.
Hoy día me relaciono con muchas personas que tienen en cuenta su espalda a partir del síntoma del dolor, lo que da lugar a que esa gran desconocida se haga notar más como un problema que como un complemento de nuestro ser. Yo intento transmitir que hay que cuidar y atender más allá de lo que se ve y no quedarnos en la punta del iceberg, pero la realidad es que vivimos en los tiempos de la imagen, nos relacionamos con el medio principalmente mediante el sentido de la vista y desde ella calibramos nuestro paso por el mundo. Atendemos y cuidamos lo que vemos y así, casi que creemos que existe solo lo que nuestras pupilas recogen. Con lo cual, mientras la especie no evolucione hasta el punto de tener también ojos en la nuca, principalmente seguiremos cuidándonos mucho más de fachada que de la parte posterior. Y esto no solo afectará al plano puramente físico, sino también a niveles más profundos como el componente emocional que cada parte de nuestro cuerpo arrastra como un equipaje, quizás no deseado aunque asumido, pues en la espalda sufrimos la carga de la regular o pésima gestión de nuestras relaciones. Mientras de fachada nos esforzamos en mantener la compostura, la realidad es que nos cargamos con más de lo que nos corresponde en muchas ocasiones. Y aunque nuestra boca dibuje el modelo perfecto para un anuncio de dentífrico, nuestra columna se curva cada vez un poco más abatida.
Quizás sería una buena medida de salud pública plantearnos una atención integral de nuestro espacio corporal como un paso previo a un tratamiento holístico y pacificador para con nosotros mismos. Y desde ahí si que nos podríamos plantear arreglar el mundo.

6 comentarios:

Cris dijo...

Pues yo debo de estar depre perdida porque tengo un dolor de espalda que no puedo con él. Cada vez me cuesta más ponerme recta.

El otro día le dije a mi amigo J., que su papá es fisio, que necesitaba que me diera un meneo como la otra vez, y el muy cabrito se lo dijo literal...

En fin, gilipolleces aparte, tienes toda la razón en que es una zona un poco olvidada. En mi caso, ha estado olvidada tanto tiempo que ahora me recuerda su existencia continuamente.

Besos.

Sâddha dijo...

Hola Cris, esta entrada me ha surgido a raíz de un curso que estoy haciendo y de una reacción que tuvo un compañero del curso. Se trata de una persona que tiene un talante, digamos exacerbado, en el sentido de más que hablar parece sentar cátedra y todo lo que no coincida con su opinión no merece la pena ser valorado. Y en estos días el estaba sentado justo delante de mi y hacía unas afirmaciones que a mi me richiaban muy mucho y que estaban en contra de mis principios y yo las rebatí en par de ocasiones y al hablar me dirigía a él e intentaba moverme para hablarle a la cara, pero el se dirigía a mi sin mover un pelo, mirando al frente y dándome la espalda en todo momento, pero cuando alguien opinaba igual que él si que se volvía y asentía y se dirigía a la persona mirándola. Esto me llevó a pensar acerca de la espalda y sus significados y el fondo que hay realmente, porque en este caso más allá del talante de esta persona, sus argumentos me hacían pensar que en el fondo era víctima de su propia manera de pensar. En fin, movidas mentales mías como tantas otras.
Besos.

Rosa dijo...

Es verdad Sâddha, estoy de acuerdo contigo en que cuando esa parte de nuestro cuerpo actua como escudo contra el mundo, contra los demás, incluso contra nosotr@s mism@s hemos de hacernoslo mirar. Es muy triste vivir de espaldas a la realidad, a nuestra realidad, a la vida, a nuestra vida, es como una ciudad construida de espaldas al mar a la que se le niega la posibilidad de mirar el horizonte, de, como dice Galeano, avanzar.
Un beso.

pd: qué tal tus notas??

Sâddha dijo...

Rosa, es que además a la realidad no le podemos dar la espalda por mucho que queramos, puesto que la realidad nos rodea y estemos como estemos y dirijamos la espalda hacia donde quiera que la dirijamos siempre tendremos a la realidad como telón de fondo. Podemos quizás cerrar los ojos, pero aún así y todo no tengo yo del todo claro que pudiesemos escaparnos de la realidad.
En cuanto a las notas, no las noto todavía, aunque como te dije las intuyo.
Un beso.

dezaragoza dijo...

Sabia lección. ¿Qué más se puede decir? quizás que los médicos deberían ayudar en este asunto pero... ¿y si se quedan sin pacientes?.

Sâddha dijo...

Amigo maño ojalá se quedasen sin pacientes los médicos y los psicólogos si fuese porque aprendemos a calibrar nuestras fuerzas y capacidades y aprendemos a decir "no" sin sentirnos malos malísimos. Entonces quizás el mundo andaría más relajadito y hasta cabría la posibilidad de otro mundo posible.
Oye, que me alegro lo más grande que hayas vuelto por tus fueros, que eso es señal de que lo que no mata nos hace más fuertes. Y tú se que ve claramente que ni muerto ni moribundo ni leches, porque has venido potente potente.
Un abrazo.