lunes, 25 de abril de 2011

Frases.


Me gustó cuando leí aquello de “experiencia no es lo que te pasa en la vida, sino lo que aprendes de lo que te pasa en la vida”. Esta frase tan obvia para algunos fue para mí todo un hallazgo que me liberó de más de una carga inexistente de mala suerte, pues hubo un tiempo en que fui tendente a creer que el universo en toda su extensión consideraba que mi lugar en el mundo era un error de cálculo y que como tal habría de pagar las consecuencias.
Igualmente fue para mí como deshacerme de una venda en los ojos el día que una amiga me dijo aquello de “no eres responsable de la cara que tienes pero si de la cara que pones”; y ahora soy el mejor amigo del que se refleja en el espejo cada mañana.
Y desde que conocí el proverbio que dice “siempre queda algo de fragancia en la mano que da rosas” aplico aquello que dice Thich Nhat Hanh “la sonrisa es el yoga de la boca” cuando siento el dolor al pincharme con las espinas porque sé que el esfuerzo merece la pena.



Ando mi camino siguiendo las señales que me indican pequeñas frases que voy encontrando y que a modo de timón me ayudan a no encallar ni ir a la deriva, sabiendo que el horizonte existe porque hay un rumbo que conduce hasta él; por eso yo, como dice la canción prefiero amar la trama más que el desenlace.

martes, 19 de abril de 2011

Cantar

Anoche me acosté digiriendo como cena la siguiente noticia “según un estudio científico los pájaros cantan más alto y durante más tiempo en las ciudades para contrarrestar el ruido de la ciudad y así poder escucharse entre ellos”. No voy a negar que la noticia lejos de parecerme curiosa me resultó cuando menos triste y me hizo tomar conciencia una vez más del caos que estamos construyendo como modo de vida y de lo lejos que nos estamos situando de nuestra condición natural como seres humanos que en esencia somos.


Esta semana es uno de esos periodos en que se me acentúa el síndrome del exiliado pero con un marcado carácter voluntario y vocacional pues mis pies solo se preocupan de correr en la dirección contraria a donde estén las procesiones y la multitud de gente. Mis sentidos no se acostumbran al estrépito de los tambores y cornetas, a la masa de gente que se agolpa en calles y plazas y que no te deja caminar con un mínimo de normalidad y desde luego no sirvo para seguir toda esa efervescencia místico-festiva que son las cofradías. En resumen, que no soporto el jaleo y en este caso, dejando al margen las creencias particulares de cada cual la expresión histriónica de la fe me empuja a salir al campo con más ansia si cabe.


Esta mañana me he desayunado la siguiente noticia “A las 16 horas y 50 minutos del martes 19 de abril, España entrará en déficit ecológico. Es decir, habrá agotado en algo menos de cinco meses todo el presupuesto ecológico de que dispone la economía española en el conjunto del año, entendiendo por presupuesto ecológico el equilibrio perfecto entre la riqueza ecológica que destruye y la capacidad del sistema de generar o regenerar el sistema ecológico”


Estas dos noticias que configuraron mi cena y desayuno junto con mi estado anímico acaecido por el entorno festivo me han apretado algo más el nudo en la garganta y a lo largo del día cada vez que pienso en el tema me cuesta tragar saliva. No llego a ninguna conclusión más allá de “pero que mierdas que somos los humanos” y he de ser honesto y reconocer que eso no quita ruido ni contaminación y si que consume, al menos a mí, mucha energía por lo que no he querido seguir hurgando en la herida, aunque eso sí, sin tampoco mirar para otro lado. El caso es que no sé si será por aquello del instinto de supervivencia o por no sé qué arte de romanticismo pero he querido pensar que por encima de los negros nubarrones, quizás esos pájaros de los que habla el estudio científico son bastante más inteligentes que nosotros y entonan ahora sus gorgoritos más alto por aquello que dice el refrán de “quien canta su mal espanta” y quizás aunque el mundo con sus guerras e injusticias vaya a la deriva y la lluvia ácida sea una amenaza cada vez más real, ciertas notas musicales consigan bajar la tensión reinante.


En cierta ocasión un profe me dijo, “nuestra única obligación en la vida es florecer para perfumar el ambiente”. Creo que cada vez que un pájaro canta florece algo en el ambiente.


Yo de momento me voy al campo pues ya oigo a lo lejos los tambores y creo que no me vendrá nada mal una clase de canto.