domingo, 22 de noviembre de 2009

Soltar


Hay un aforismo oriental que viene a decir algo así como que la taza solo tiene sentido cuando está vacía. Creo que en cierto modo con la vida ocurre lo mismo, o al menos lo dejo para mi vida (evitaré extender mi ombligo a los confines del universo). A veces me encuentro con la necesidad de soltar lastre, de pasar página o incluso de cambiar de libro, de dejar equipaje en alguna estación de las que recorro en mi viaje vital para ir así más ligero y darme la posibilidad de recoger otras cosas, nuevas experiencias, vestirme con nuevas sensaciones que alimenten mis ganas de seguir viviendo, de rastrear el camino deleitándome en los rincones que me apetezcan.
Mi propia naturaleza me lo recuerda en cada respiración “espira si quieres de nuevo inspirar y oxigenarte”. Cuando la mano está abierta y relajada puede advertir el sentido del tacto mejor que cuando se aprieta en un puño que ciega las sensaciones. Cada vez que salgo a la montaña lo tengo presente, la cima no se encuentra arriba, está abajo al regresar de ella sano y salvo; y por supuesto que una retirada a tiempo es un triunfo. Cada vez soy más creyente del camino que de la meta.
Quizás por esto, supongo que entre otras muchas cosas, me siento a veces un poco en el aire, como un nómada vital, es decir, sin definir, sin terminar de asentarme; y cuando me preguntan qué hago en la vida o a qué me dedico me tengo que morder la lengua porque lo primero que me dan ganas de decir es “a intentar ser feliz sin joder a nadie”, pero claro, esa no es la respuesta esperada, aunque también es cierto que tampoco tengo un guión recurrente que satisfaga al interlocutor de turno como si le diese un buen hueso a un perro que se queda satisfecho mientras mueve feliz su rabo y a mí me deja tranquilo.
Y así andamos, desplegando velas, sintiendo el viento y por encima de todo como decía no recuerdo quien, intentando tomarme la vida no demasiado en serio porque total, nadie escapa vivo de ella.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Eclosión
















Ha pasado ya un mes desde mi última entrada y no puedo negar que mi vida ha cambiado cualitativamente dando un giro de 180 grados. Aunque el tiempo es el mismo de antes y pasa con la misma velocidad de siempre mi percepción del mismo es bien distinta a como antes lo apreciaba. Los días no me resultan ni largos ni cortos,los percibo simplemente intensos. Es un proceso de aprendizaje continuo y no me refiero solamente a todas las destrezas que tengo que adquirir y/o cuestiones que conocer, sino al hecho de ver como la vida actua de forma natural y calmada pero continua y eficazmente. Es un proceso casi milagroso apreciar los cambios tan rápidamente.
Aunque el cansancio a ratos me pasa factura, la revolución emocional y experiencial es tan grande que amortigüa el peaje físico.
No se como definir esta etapa que estoy viviendo, solo se que si no es felicidad entonces no se qué carajo es la felicidad.