lunes, 2 de septiembre de 2013

Es tiempo de desespiralizar para no desesperar



La forma geométrica que más se repite en la naturaleza es la curva, los astros y sus trayectorias trazan esta forma en sus distintas variantes, circunferencias, óvalos, elipses…Y seguramente haya algo que se escape en mayor o menor medida a este influjo curvilíneo pero en cualquier caso casi todo o al menos una gran parte del universo está bajo la influencia de esta forma.
 
En el zen, la vida o la existencia se representa con un círculo sin cerrar, como un gesto que recuerda que la naturaleza es cíclica pero a la vez no está cerrada en un bucle infinito. Yo creo que en esa línea de imagen alegórica, la vida se podría representar como una espiral, que igual recuerda el sentido cíclico de las cosas pero a la vez expresa que ese ciclo nunca es el mismo pues en cada momento está más cerca o más lejos del origen. Así, la espiral se puede andar o desandar, o utilizando el título de éste post, espiralizar o desespiralizar (palabras que por otro lado ignoro si existen, pero que en todo caso me sirven para entenderme).

En este momento creo que es tiempo de desespiralizar, es decir, de volver al centro. Las diversas situaciones y circunstancias en que me he ido metiendo y saltando de una a otra, como haría un niño que juega saltando de un charco a otro, me han llevado cada vez más adelante en esa espiral pero a la vez más lejos de mi centro. Ahora toca regresar. Y no sé si llegaré hasta mi centro, pero al menos tengo que hacerlo hasta que nuevamente me habite la sensación de que estoy cerca de mí, de que conozco al que veo en el espejo cada mañana al lavarme la cara.