viernes, 26 de junio de 2009

Creatividad al poder.

En una de tantas conmemoraciones y días especiales que se celebran, hace unos días le tocó a la lengua española, por lo que desde el Instituto Cervantes que es el organismo que se encarga de difundir y promocionar el español por todo el mundo se hicieron diversas actividades culturales con tal fin.

En la radio escuché una de estas actividades que me llamó especialmente la atención, llamada “el ficcionario” y que era un espacio que a modo de diccionario se compusiese de todas aquellas palabras que cualquier persona pudiese inventar o ya hubiese inventado y que usase, aunque no estuviese recogida en el diccionario de la real academia. El caso es que me metí en la página web en cuestión en donde se podían poner todas aquellas aportaciones creativas que las personas de a pie, sin necesidad de conocimientos técnicos ni retóricos y simplemente con el afán de comunicar podemos llegar a componer enriqueciendo un idioma. La idea ya de por sí me gustaba por lo que digo de potenciar la creatividad y el enriquecimiento lingüístico, pero además a eso le sumo que yo personalmente tengo una sobredosis de anglicismos que me saturan las pocas neuronas que me van quedando, con lo cual el disfrute ha sido aún mayor.

A modo de muestra he seleccionado algunas de las muchísimas palabras que se han ido colgando en todo el tiempo que ha estado abierta la propuesta de aportaciones. Hay de todo, creativas, cachondas, irónicas, interesantes… en fin, como se suele decir, hay de todo como en botica, pero lo mejor (para mi al menos) es que este tipo de actividades nos ayudan tomar conciencia de la importancia de las palabras como un puente entre las personas. Y siempre será mejor enfundar una metáfora o un adjetivo que un cartucho de dinamita o un cuchillo. Habrá palabras que gusten más que otras, pero las palabras no matan y eso ya para mí es un gran aval en su favor.

Bueno, dejo este aperitivo que se puede seguir en toda su extensión en la siguiente dirección: http://www.eldiae.es/ficcionario

Americonada: Película norteamericana especialmente cursi y llorona, ambientada en colegio, fiesta de fin de curso, etc. A veces dramática pero terminando siempre bien y en las cuales, por supuesto, los buenos vencen siempre a los malos...

Amigastro: Amigo por imposición, más o menos amigo, amigo circunstancial.

Amigovio: amigo + novio.

Bolíglota: Dícese de quien escribe en varios idiomas.

Brecario: Los términos "becario" y "precario" están tan íntimamente unidos que han terminado por parir esta palabra. Becario eterno.

Camástrofe: gatillazo.

Cipotecado: Dícese del sujeto que en plena burbuja inmobiliaria, compró un inmueble pensando en su continua e infinita revalorización, amortizando los supuestos beneficios futuros en la misma hipoteca para comprarse un vehículo de gama alta, amueblar el piso o hacerse un viaje.

Hipotocado: Perturbado por la hipoteca.
Intonticencia: Síndrome crónico y generalmente agudo, por el cual, quien lo padece siente la necesidad perentoria de decir y hacer tonterías. Suele ser común en los afectados mostrar ciertos rasgos físicos (raya al lado o melenita pegada al casco, pulseritas de hilos en las muñecas, bermudas...) que los hace característicos del mencionado síndrome. Hasta ahora no hay cura, pero tienen buena calidad de vida.

Kamicafre: Dícese de aquella persona que se mueve a una cierta velocidad en una dirección, sin tener en cuenta las circunstancias que lo rodean (tráfico, otras personas, objetos, etc.) Por extensión: persona que hace las cosas sin pensar.

Locabulario: A lo dicho precipitadamente, sin pensar.

Nubear: estar en las nubes, estar distraído/a, estar sumido en tus pensamientos o actos con total abstracción de lo que te rodea.

Pisabrotes: Persona negativa y frustrante. Ejemplo, a un saludo positivo como "!Qué día hermoso!" respuesta típica:"!Hace frío o hace aire"!

Pornosílaba: como por ejemplo mmmmm, aahh, oohhh, sssssiiii, mmmmaaass.

Sarcaustico: Persona que emplea ironía o burla corrosiva.

Sexcelencia: 1. f. Superior calidad sexual que hace digna de singular aprecio y estimación a una persona. 2. f. Tratamiento de distinción que se da a algunas personas por su alto desempeño en las artes amatorias.

Tontetario: Comentario muy tonto. Sinónimos: Bobetario, estupitario e idiotario.
Tontrincante: Dícese del adversario necio; contrincante falto de astucia y maña.

Tristreza: Estado de infinita infelicidad, tres órdenes de magnitud mayor a "tristeza".

Turisear: Acción que realiza un turista cuando se encuentra de visita o paseo en algún lugar.

Unanimiedad: No llegar a un acuerdo por muy poco.

Ustedear: En castellano existe el verbo tutear, pero no su equivalente para el trato de usted.

lunes, 15 de junio de 2009

Sobre inversiones, miedos y futuro.

El otro día echando un vistazo a distintos blogs me encontré con la siguiente entrada (aquí).
No voy a negar que cuando la leí fue como el picotazo de un mosquito y en pocos segundos se me fue inflamando un cierto mosqueo. Yo no sé las demás personas como gestionarán su vida y su manera de ir por el mundo, pero a mí esto de competir de siempre me ha dado bastante grima y no termino de encajarlo en mi vida. A la conclusión que he llegado en estos momentos de mi vida es que lo más práctico es hacer aquellas cosas que te hagan feliz; y si no puedes hacer aquello que te haga feliz, haz lo que más se aproxime, porque de alguna manera estás en el camino. Ahora bien, la cuestión de fondo es saber qué es lo que a mi me hace feliz y sobre todo porqué. ¿Estudio algo porque me gusta o porque tiene salidas laborales?, ¿visto como me siento cómodo o como dice la moda que se inventan otros? Y por tanto ¿me veo guapo u otros hacen que me sienta guapo?... podría seguir infinitamente.

El otro día también blogueando, en otro blog encontré la siguiente frase "La publicidad nos hace desear coches y ropas. Tenemos empleos que odiamos, para comprar mierda que no necesitamos". Y claro, yo no puedo evitar poner en tela de juicio esas necesidades que se nos venden. Y no puedo evitar escandalizarme al leer “si el hambre llama a tu puerta, más te vale que corras más que los demás”, pues pienso, si el hambre llama a mi puerta, ¿qué diablos está llamando en las puertas de las casas de África?

Se habla de invertir, pero creo que la mejor inversión sería la de dar la vuelta y poner unas cuantas cosas patas arriba, por ejemplo dejar de sentir miedo ante muchos ogros que se ha inventado el sistema de manera que en lugar de competir elijamos compartir y en lugar de correr optemos por recorrer. Y puestos a desprendernos de necesidades inútiles, la primera o de las primeras podría ser la de dejar de sentir miedo por no ser los primeros, ni los mejores e incluso por ser los últimos, porque cuando eres feliz de verdad, se desintegran todos los rankings del mundo.

Me viene a la cabeza un comentario que escuché no hace mucho referenciado a Ángel González el poeta, quien solía decir algo así como “no se como habiendo tantas cosas buenas y que nos hacen felices, en las que invertir el tiempo y nuestra energía nos entretenemos en crear mala sangre y amargarnos la vida peleándonos”. Y yo añado, peleándonos o compitiendo.

Y si es por cuentos, prefiero este.


LA TAZA DE CAFÉ

Un grupo de estudiantes, una vez que terminó sus carreras decidieron ir juntos a visitar a su viejo catedrático.
La conversación pronto giró acerca del estrés en el trabajo y en la vida.
El profesor, ofreció a sus invitados un café, por lo que fue a la cocina y volvió con un gran jarro de café y un surtido de tazas: de porcelana, de plástico, de vidrio, algunas de aspecto simple y algunas caras y exquisitas, diciéndoles que quizás se animarían tomando un café caliente.
Cuando todos los estudiantes tuvieron la taza de café en la mano, el catedrático dijo: “si os dais cuenta, habéis cogido todos las tazas buenas y caras, dejando las simples y baratas. Mientras os sea normal querer sólo lo mejor para vosotros mismos, esto será la fuente de vuestros problemas y estrés. Lo que vosotros queríais realmente era el café no la taza, pero inconscientemente habéis ido a por las mejores tazas mirando con interés cada una de las tazas. Ahora si la vida es café, entonces el trabajo, el dinero y la posición social son las tazas. Ellas son sólo herramientas que contienen la vida, pero la calidad de la Vida no cambia”.
A veces, por concentrarnos en la taza, dejamos de disfrutar del café en sí mismo.

jueves, 11 de junio de 2009

Acompañar en el sentimiento.

En estos últimos días han sido bastantes las personas que me han dado el pésame; unos utilizaban la formula “lo siento”, otras me decían “te acompaño en el sentimiento” y otras personas manifestaban “mi más sentido pésame”. Pero sea cual sea la frase o la fórmula utilizada me quedo con lo importante para mi que es la necesidad de manifestar el apoyo desde la comprensión emocional de la situación que se está viviendo.

Es verdad que los humanos somos seres eminentemente sociales y que por tanto funcionamos por y para el contacto de los unos con los otros, pero también es cierto que hay una necesidad más profunda que la mera compañía corporal. ¿Cuántas veces nos habremos sentido solos estando rodeados de gente?, para mí en concreto esa es la peor de las soledades que puedo sentir. Luego creo que en el fondo hay una necesidad algo más íntima, que es la que realmente nos sostiene en el acto de relacionarnos. Es como la propia musculatura de nuestro cuerpo, tenemos una musculatura externa que digamos es la que se ve a simple vista y la que tratamos de desarrollar cuando vamos al gimnasio para esculpir la tableta de chocolate (el que lo haga), pero luego está la musculatura profunda que es la que realmente sostiene al esqueleto y la que nos mantiene en nuestra estructura natural. En las relaciones creo que hay un mecanismo parecido, nos relacionamos con infinidad de personas, con las que compartimos diferentes espacios y facetas de nuestra vida y con las que vamos dibujando el día a día; pero lo que sin duda nos aporta el equilibrio y me atrevería a decir que casi el sentido de la existencia, son aquellas relaciones con las que conectamos en campos más profundos de nuestro ser, en los sentimientos, en nuestra manera de entender y pensar el mundo, compartiendo emociones… son éstos, territorios acotados al gran público, pero paradójicamente muy necesitados de compañía y atención, lo que hace que la variable calidad se imponga a la variable cuantitativa o como se suele decir “más vale poquitos pero bien avenidos”.

En estos días esta fórmula del pésame repetida en sus distintas variantes me ha llegado también de diferentes formas; desde la frase hecha porque es lo que toca decir, pasando por un compartir el trago por estar en el mismo lado que yo, hasta manifestárseme y percibir un sentimiento solidario aunque no se esté compartiendo la misma realidad. Esto me ha hecho caer en la cuenta del mensaje tan bello que se transmite cuando alguien dice “te acompaño en el sentimiento”. Conjugar el acto de acompañar con todo lo que conlleva y hacerlo desde el sentimiento que es esa capa de la cebolla tan profunda que pudiera ser la dermis del corazón, representa un acto de amor tan grande, que me ha hecho pensar que es una lástima que solo se utilice para las muertes y los momentos de duelo. Creo que si abandonásemos ciertos convencionalismos y nos ciñéramos un poquito más a lo que las palabras pueden transmitir, nuestras relaciones mejorarían sustancialmente y por consiguiente nuestra calidad de vida se vería notablemente beneficiada; con lo que pasaríamos a convertir una frase que en un tiempo se relacionaba con la muerte a ser un medio para mejorar la vida, que visto así bendita paradoja sería esta. ¿O es que alguien que está en paro y se las ve y se las desea para llegar a fin de mes no necesita sentirse acompañado en ese sentimiento de angustia? ¿o alguien que se siente radiante de felicidad y le embarga la emoción por la llegada de un hijo no necesita sentirse acompañado en ese sentimiento?

No creo que haya descubierto el Mediterráneo con esta reflexión, pero en lo que a mi respecta intentaré expresar mi disposición a acompañar en el sentimiento a partir de ahora también en territorios extra-tanatorios y a hacer de la obviedad otra manera de vivir mi vida.

Nota: aunque conozco el término empatía, creo que esta palabra está más lejos del oído del pueblo que las palabras “acompañar” y “sentimiento”, por eso abogo por esta fórmula.

sábado, 6 de junio de 2009

Señales de vida.

Esta es la entrada que más trabajo me cuesta hacer de todas las que hasta el momento he realizado. Aunque en más de una ocasión se me pasó por la cabeza que este momento llegaría, -no el de hacer la entrada, pero si la situación que da lugar a mi estado emocional-, uno no llega a saber exactamente como encajará el momento hasta que éste llega.

Hace seis días que mi madre murió. Toda persona tiene su escala de valores, sus prioridades y sus referencias con las que manejarse en este basto mundo. Para mí, mi estrella polar se llamaba Ana, me trajo al mundo y exprimió su vida para que la mía creciese y se desarrollase con las menores carencias posibles. Los aprendizajes más importantes que he tenido han venido de su mano. Todo el campo semántico de las palabras bueno y bondad lo puedo conjugar en su recuerdo. Y por ello se que hay cosas que no tienen pago posible; y ni con mil vidas dedicadas plenamente a la tarea de devolver o de restituir sería posible equilibrar la balanza de su amor, de su esfuerzo y de toda la dedicación que tuvo para mi hermano y para mi.

Ahora pienso aquello de una imagen vale más que mil palabras, porque ya no solo no me sale la voz del cuerpo sino que mi diccionario se ha quedado bloqueado por no encontrar términos que puedan expresar lo que siento. Su recuerdo y el largo eco que me ha dejado invaden todo mi ser y solamente el dolor y el vacio están en consonancia con esta parálisis.

Sé que la vida continúa, que el tiempo todo lo cura y que vendrán otras experiencias que me llenarán y ocuparán mi tiempo y mi mente, como pueda ser la criatura que está en camino, pero también sé que no todo es reparable y sustituible. Y sé que para poder seguir viviendo tengo que hacerlo con esos huecos vitales que me harán tomar conciencia y me recordarán la fragilidad de la vida y la levedad del instante. Esos vacios serán mis piedras de toque, que me servirán de metáfora acerca de hacer el viaje ligero de equipaje.

Dios, la vida o todo a la vez me regaló la posibilidad de prepararme para este momento. La dura semana de agonía me permitió elaborar el duelo, despedirme, acompañarla y sacar esas fuerzas que me imaginaba incapaz de tener cuando intuía lejanamente esos momentos. A mi manera recé y pedí comprensión, fuerza y templanza para vivir esos instantes. Le pedí a ese dios al que intento ver su rostro en cada cosa que miro, toco o hago, que me permitiese acompañarla hasta el último momento, que no permitiese que la sombra de la muerte le llegase en una habitación de la residencia, sola. Y la comprensión, la fuerza y la templanza mantuvieron mi cuerpo pegado al suyo hasta el último aliento. Le pude decir en esos momentos cuanto la quiero, cuanto le debo y cuanto la voy a echar de menos cada segundo que me quede de vida.

Ahora siento un vacío hondo que me paraliza, pero estoy lo suficientemente sereno para poder mirar el horizonte, para saber a ciencia cierta que ella me trajo a este mundo para que hiciese mi camino y en eso estoy, aunque ahora el camino me resulte pesado y doloroso.

Mi madre ha sido la mejor maestra que la vida me ha dado, en verdad, para mí, mi madre ha sido vida en estado puro; y cada segundo que he compartido con ella ha sido un aprendizaje continuo, de tal manera que hasta en esos instantes dolorosos y amargos en que presencié que la llama se apagaba, la muerte se convirtió en un canal para emitir señales de vida, señales que me decían que vivir es otro rollo al que estamos acostumbrados a referirnos. Vivir no son los disfraces de pertenencias y posesiones que le ponemos a la existencia; vivir es un estado, una conciencia, es tener presencia y mirar a los ojos hasta a la propia muerte cuando esta llegue. Esa quizás fue la última lección que me regaló, que solo muere quien está vivo, sino, simplemente se te para el corazón y dejas de respirar.