miércoles, 4 de abril de 2012

Sencillez


Suelo comentar con cierta frecuencia a mis compañeros de yoga la importancia que tiene para conectar con nuestra esencia el ir quitándonos capas de ese personaje que nos vamos construyendo; y con el que como una cebolla nos vamos cubriendo desde los distintos roles que asumimos, el familiar, el laboral, el cívico, el social, el amistoso, el deseoso… y así nos vamos cubriendo hasta llegar a un punto en el que la distancia desde la capa más externa hasta el corazón puede en ocasiones ser mayor que cualquier distancia que maneje un astrónomo en sus datos y observaciones.
Me gusta asimismo decir y hacer ver que “sencillo” y “fácil” no son conceptos sinónimos por más que muchas veces en el lenguaje común podamos utilizarlos indistintamente. Así, cuando uno piensa en practicar yoga se imagina haciendo con su cuerpo posturas y contorsiones que son auténticos nudos de carne y hueso y que provocan el consiguiente pensamiento de ser algo inalcanzable por la “dificultad” o “complejidad” que ello conlleva, lo que automáticamente lleva a pensar que si eso de “hacerse un nudo” es difícil lo demás será fácil. Y ahí es donde me gusta a mí señalar este matiz entre sencillez y facilidad. Simplemente propongo que intentemos mantenernos de puntillas y firmes con los brazos arriba durante unos segundos, sin movernos, guardando el equilibrio. Ahí vemos como nuestro cuerpo sin necesidad de contorsionarse, titubea, se bloquea y muchas veces se da de bruces con la dificultad que conlleva esta posición que visualmente es sencilla de desarrollar pero difícil de mantener.
Uno de mis profesores de yoga, en su momento me enseñó la lección más importante que he aprendido para mi práctica personal. Y es, que las cualidades físicas que puede aportar la práctica de yoga como pueden ser la flexibilidad, el equilibrio y la fuerza, donde realmente hay que desarrollarlas es en las posturas que me va a poner la propia vida. Es en la vida en donde me voy a ver en situaciones en las que voy a tener que ser flexible y aparcar mi vanidad, mi egocentrismo y mi prepotencia; en donde voy a tener que ser equilibrado y no perder mi centro de atención y me voy a ver en situaciones en donde he de ser firme y tendré que tener fuerza para mantenerme y no dejarme arrastrar por cuestiones que me perjudiquen o dañen a otras personas. Es así de sencillo pero a la vez así de difícil.
Ayer, una amiga me pasó el enlace de un artículo de Ángel Gabilondo en el que habla sobre la sencillez; y he de reconocer que me ha encantado. Es por esto que comparto en esta ventana dicho texto con el ánimo de que quien pueda pasar por aquí lo disfrute y le llene como a mí me ha sucedido al leerlo. Al hilo de la idea central del texto me viene a la memoria el dicho popular que afirma “se puede decir más alto, pero no más claro”.

http://blogs.elpais.com/el-salto-del-angel/2012/04/sencillamente-mejor.html

Creo humildemente que si todas las personas practicásemos el arte de la sencillez el mundo estaría bastante mejor de lo que está, pues ya lo decía Gandhi cuando manifestó aquello de “vive más sencillamente para que otros pueden sencillamente vivir”.