jueves, 10 de septiembre de 2009

Por retomar compartiendo...

Todavía con el efecto del yet lack (pero no de viajar sino del trastoque horario efecto de las sobredosis de café), me voy poco a poco reincorporando a la vida cotidiana. Ahora estoy retomando ciertos hábitos deseables y necesarios para mi supervivencia existencial; y uno de esos hábitos es la lectura, pues aunque no he dejado de leer en estos días, digamos que las lecturas que me ha tocado lidiar no eran las más apeticibles ni tan siquiera atractivas, pero como se suele decir son cosas del directo y la vida no es sino un continuo directo y es lo que tocaba en este momento.
En fin, la cuestión es que en estos días he comenzado a leer un libro de Juan José Millás que se titula "articuentos" y que estoy disfrutando bastante, pues si bien Millás tiene una forma de escribir que me gusta mucho, además coindice que se trata de pequeños cuentos, género que a mi en concreto me encanta.
Aunque poco a poco iré soltando de nuevo por esta ventana que mira al ciberespacio, globos con mis pensamientos, reflexiones y pajas mentales, sirva como señal de vida el compartir este articuento que leí hace un par de días y que me hizo reir, cosa que agradecí por lo bueno de la risa en general y por que me sirvió de aire fresco frente al ánimo que me ha dejado el periodo de exámenes.
NOTA: el libro titulado articuentos, está integro en la página personal de Juan José Millas, de hecho de ahí he tomado prestado el texto al que hago referencia y que pongo a continuación. Este es el enlace dónde se pueden leer todos los demás articuentos:
Aseo de jefes

Las relaciones interpersonales son muy complicadas. Vean, si no, esa curiosa noticia según la cual la policía se tiñó el pelo de verde para presionar a sus jefes. ¿Qué más dará a los mandos que lleven el cabello de uno u otro color? En fin, cada uno protesta como puede. Yo tuve un jefe al que le sentaba fatal que me hiciera el cojo, de modo que cuando teníamos conflictos laborales me pasaba la mañana renqueando.
-¡Deja de cojear! -gritaba como un energúmeno.
Yo le decía que me dolía el pie y nunca encontró la manera de demostrar lo contrario. Era un jefe psicosomático. Le llamábamos así, El Psicosomático, porque se apropiaba de cualquier síntoma que pasara cerca de él. De hecho, los días que yo cojeaba para quejarme de esto o de lo otro, él regresaba a casa cojeando también. En cierta ocasión empecé a quejarme del estómago y a las dos horas hubo que llevarle a urgencias con un ataque de apendicitis. Un día hice como que me había quedado ciego de repente y al salir de la oficina le pilló un coche por cruzar la calle sin mirar. Eso dijeron, pero yo creo que fue por cruzar la calle sin ver. Era muy fácil hacerle la vida imposible.
Tuve otro jefe que clausuró una zona de los servicios y colocó un cartel en el que ponía: "Aseo de jefes". Todos los días, a las diez de la mañana, le pedía la llave a la secretaria y se retiraba a meditar. No recuerdo cómo, conseguimos hacer una copia de la llave y le dejábamos anónimos absurdos pegados al espejo: "Aquí hizo pis un empleado normal y corriente en febrero del 79". Incomprensiblemente, estas notas le daban rabia en lugar de darle risa¼
-¿Quién ha escrito esto? -gritaba hecho una furia, agitando el papelito en el aire.
-Pero si sólo tiene llave usted -respondíamos con expresión ingenua, como si se tratara de un fenómeno paranormal. Cambió la cerradura siete veces, pero siempre lográbamos sacar una copia. Al final le hicimos creer que el autor de las notas era él mismo y que las escribía con una parte de sí mismo de la que no era consciente.
-Como el estrangulador de Boston -añadíamos, insinuando que podía acabar matando ancianitas si no se controlaba un poco.
Al final renunció a tener un aseo para él solo, aunque era lo que más ilusión le hacía de ser jefe, y quitó el cartel, que logré llevarme a casa, de recuerdo. Todavía anda dando vueltas por ahí.
Mi jefe, en cambio, ya no da vueltas, ni siquiera camina en línea recta: falleció de la próstata y en el velatorio fue muy comentada, entre risas, esta manía suya tan territorial.
Al que le sustituyó le molestaba mucho que oyéramos la radio, aunque ello no afectara a nuestro trabajo, que consistía en poner a la derecha los papeles que otro había puesto a la izquierda. Como le gustaban los trámites, llevó a cabo la prohibición a través de una circular difícil de entender donde se argumentaba que la empresa nos pagaba por disponer de nuestro cuerpo y de nuestra mente durante toda la jornada laboral. Según él, la radio nos arrebataba la mente, que por otra parte jamás llegamos a utilizar para cambiar de sitio los papeles ni para comunicarnos con él.
Un día se me ocurrió ponerme unos cascos en las orejas escondiendo en el cajón el extremo de los cables. Cuando se acercó con expresión de triunfo para echarme la bronca y vio que no había radio, se quedó helado. Sufrió lo indecible el pobre, pues yo de vez en cuando a veces sonreía ensimismado, como si estuviera oyendo un programa muy gracioso. Al poco, todo el mundo llevaba cascos y todo el mundo sonreía ensimismado.
El hombre hizo varios borradores de circular intentando prohibir los cascos, pero los rompió todos por temor al ridículo. Más tarde, uno de los compañeros nos confesó que oía voces a través de los cascos y aquello sirvió de tema de conversación durante varios meses. No hay nada como un jefe prohibidor para estimular la imaginación de la gente.
El caso es que los policías de Madrid se tiñeron de verde para molestar a Cotino. No conozco personalmente a Cotino, pero parece muy susceptible. Lo más probable es que tenga un servicio para él solo en el que pone "Aseo de jefes".
Si no da resultado lo del pelo, yo recomendaría a los policías que se hicieran los cojos. Seguro que es una de las cosas que más le molestan. La cojera, al mismo tiempo, humanizaría mucho a los policías de proximidad. O sea, que ganamos todos. Ánimo.

6 comentarios:

dezaragoza dijo...

nosotros en ambulancias nos poníamos camisetas heavys o jerséis rojo fosforito. Y conseguimos que nos dieran ropa nueva.

Rosa dijo...

jajajajaja, que risa Sâddha. Cuantas buenas ideas para aplicarlas con los jefes!!!
Me alegro de tus expectativas sobre el examen. Ya nos contarás.
Un besoooo.

Sâddha dijo...

Hola guapetones.
Socio maño, mola esa medida que tomasteis con las ambulancias, resulta cañera sin ser agresiva y mola mucho. Yo reconozco que me gustaría tener creatividad para este tipo de cuestiones pues sin duda serían una baza en mi favor pues cuando me veo en chungalismos me quedo un pelín pillao. Tomo nota de tu buen hacer por si tengo que recurrir a tu asesoramiento.

Rosa, a mi me ha molado lo más grande tu rollo con el toldo y tus vecinos que cuentas en el daily chungas, desde luego que te nombro también como asesora porque el día que yo hable del repertorio vecinario que me rodea tendré que hacer un blog aparte que por lo menos se llame cuaderno de psicópatas o algo así.
Entiendo que tu has entendido que los exámenes me salieron bien y por eso te alegras de mis espectativas, pero te explico, mis espectativas son bastante oscuras, pues no me salieron como para aprobar, de todos modos le he pedido a Cris tu dirección de correo si no te importa para escribirte. Espero que no te moleste esta libertad que me he tomado de pedirle a la madre superiora del convento bloguero tu dirección.

Besos a los dos, ¡¡qué ganicas tenía de retomaros!!

Cris dijo...

Jojo, me encanta Millás, es un monstruo.
El libro lo descubrí hace poco por casualidad y y me había guardado la página para empezar a echarle en cuanto pase el temporal que hay por aquí...

Besitos!!!

Rosa dijo...

Bueeeeeno lo de los vecinos, tiene partes que en fin, cómo te lo diría??, que son algo adornadas??. Pero bueno, tiene su base, sí, sí, sin duda tiene su base.
Lo del correo no me molesta en absoluto, es más me voy a verlo, que hace un par de días que no entro.
Ah, pues no sé por qué me había parecido que decías que tenías buen presentimiento respecto a los exámenes, creo que interpreté mal la frase "me sirvió de aire fresco frente al ánimo que me ha dejado el periodo de exámenes", aunque ahora que la he vuelto a leer no sé por qué entendí lo contrario.
Bueno, en todo caso ánimo que a veces las percepciones son equivocadas!!. Ya me contarás.
Besoos.

Sâddha dijo...

Cris, disfrutalo porque tiene unos textos super guapos.
Rosa, tengo pendiente pararme a escribirte, pero es que estoy de un flojo con el ordenador últimamente, de hecho no hay más que ver la asiduidad de entradas en el blog.
Besos varios.