Yo no sé a los demás, pero a mí me sucede que se me pasan los días marcados por un ritmo de acciones imperiosamente urgentes o al menos inaplazables. Familia, trabajo, estudio, tareas de casa…todo son cuestiones que requieren de tu presencia directa y que de alguna manera luchan por no ser desplazadas de ese guión rutinario pero a la vez tirano que marca unos espacios, unos tiempos y que va poniendo puertas y límites a las posibilidades de contactar con nuestra esencia. Cada ámbito nos suministra una etiqueta y una capa que nos viste y va ocultando qué, quién o cómo somos.
En cierta ocasión en un curso, el profesor me preguntó “¿tú, quién eres?” a lo que yo respondí “yo soy …” y el me dijo “no te he preguntado tu nombre, te he preguntado quién eres” y yo volví a responder “soy un estudiante de …” y me volvió a contestar “no te he preguntado a qué te dedicas, te he preguntado que quién eres” y yo algo más desconcertado contesté “soy una persona que vive en… y que le gusta… y hace…” y de nuevo me dijo “no te he preguntado dónde vives, ni qué te gusta ni qué haces, te he preguntado que quién eres”; así siguió esta situación como un bucle que se repetía hasta la saciedad sin que yo consiguiese dar con la respuesta correcta, hasta que con una mezcla de desesperación, de rabia e incluso de pena por fin dije “pues no sé quién soy”. Con esta prueba aquel profe solo quería mostrar como las distintas facetas de nuestra vida nos imprimen un rol que va tapándonos y envolviéndonos, con lo que corremos el riesgo de diluirnos o confundirnos creyéndonos ser lo que no somos.
En cierta ocasión en un curso, el profesor me preguntó “¿tú, quién eres?” a lo que yo respondí “yo soy …” y el me dijo “no te he preguntado tu nombre, te he preguntado quién eres” y yo volví a responder “soy un estudiante de …” y me volvió a contestar “no te he preguntado a qué te dedicas, te he preguntado que quién eres” y yo algo más desconcertado contesté “soy una persona que vive en… y que le gusta… y hace…” y de nuevo me dijo “no te he preguntado dónde vives, ni qué te gusta ni qué haces, te he preguntado que quién eres”; así siguió esta situación como un bucle que se repetía hasta la saciedad sin que yo consiguiese dar con la respuesta correcta, hasta que con una mezcla de desesperación, de rabia e incluso de pena por fin dije “pues no sé quién soy”. Con esta prueba aquel profe solo quería mostrar como las distintas facetas de nuestra vida nos imprimen un rol que va tapándonos y envolviéndonos, con lo que corremos el riesgo de diluirnos o confundirnos creyéndonos ser lo que no somos.
Me viene ahora a la cabeza la frase que dice “si no vives como piensas, terminarás pensando como vives”. Quizás este sea el riesgo que corremos si no tenemos claras nuestras coordenadas de origen.
Esta semana me propuse apretar la agenda de manera que sacase tiempo para mí, es decir, no para el currante, ni para el marido, ni el hijo, ni el vecino ni para ninguna etiqueta. Me he podido largar dos días a la montaña. Era algo que hacía bastante tiempo que no podía hacer, bien porque siempre había algo “urgente” que lo obstaculizaba o cuando las ocupaciones me lo permitían era el clima el que decía que no era el momento de tirar para arriba. El caso es que mi síndrome de abstinencia era ya lo bastante fuerte como para estar en una situación de cierto desequilibrio.En cierto modo me pasaba como decía santa Teresa, "vivo sin vivir en mí". Era como si todos los trajes que llevaba puestos me estuviesen dificultando la respiración.
El haber roto con la rutina, me ha dado la posibilidad no tanto de encontrarme conmigo mismo como de ser consciente del riesgo que corro de perderme. Me he dado cuenta de cómo me dejo llevar por lo urgente y olvido lo importante, de cómo me encargo de cuidar a otros y no cuido al cuidador… y toda una serie de planteamientos que me llevan a reafirmarme en la conclusión de que si algún día me provoco un autogolpe de estado no será fruto de un azar ni de un mandato divino aunque si que creo que me quedaré más a gusto que dios.
Esta semana me propuse apretar la agenda de manera que sacase tiempo para mí, es decir, no para el currante, ni para el marido, ni el hijo, ni el vecino ni para ninguna etiqueta. Me he podido largar dos días a la montaña. Era algo que hacía bastante tiempo que no podía hacer, bien porque siempre había algo “urgente” que lo obstaculizaba o cuando las ocupaciones me lo permitían era el clima el que decía que no era el momento de tirar para arriba. El caso es que mi síndrome de abstinencia era ya lo bastante fuerte como para estar en una situación de cierto desequilibrio.En cierto modo me pasaba como decía santa Teresa, "vivo sin vivir en mí". Era como si todos los trajes que llevaba puestos me estuviesen dificultando la respiración.
El haber roto con la rutina, me ha dado la posibilidad no tanto de encontrarme conmigo mismo como de ser consciente del riesgo que corro de perderme. Me he dado cuenta de cómo me dejo llevar por lo urgente y olvido lo importante, de cómo me encargo de cuidar a otros y no cuido al cuidador… y toda una serie de planteamientos que me llevan a reafirmarme en la conclusión de que si algún día me provoco un autogolpe de estado no será fruto de un azar ni de un mandato divino aunque si que creo que me quedaré más a gusto que dios.
6 comentarios:
Buenos días... Sábado por la mañana en el trabajo, lluvia, se me presenta una mañana larga...
Muy buena reflexión, vaya eso por delante. Decía Oscar Wilde (uno de los mejores filósofos que han existido):
"Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo"
El precio que pagamos por vivir en una sociedad avanzada y de bienestar es el tiempo. Y se dice pronto: Tiempo. Ni más ni menos que una de las posesiones y derechos más valiosos que tenemos, el material del que está formada nuestra vida.
Horarios partidos, necesidad de llevar la ropa limpia y planchada, de tener llenas las despensas, de perder tiempo para arreglarnos papeleos "vitales". Y al final, somos como máquinas, realizando tareas simples como esas y que no nos machacan física ni psicológicamente, pero que ocupan nuestro Tiempo.
A mí las semanas me pasan volando, no sé a vosotros. A veces siento vértigo de ver que apenas soy consciente de en qué día vivo. Y recuerdo en cuál estoy dependiendo de lo que esté haciendo (ah, hoy toca curso, ah, hoy el niño no está, ah, hoy come en casa, ah, hoy toca banco...)
Me miro en el espejo y me noto envejecida, y me pregunto si tanto tiempo ha pasado desde que me miré por última vez.
Y ha pasado mucho, pero, eso sí, volando.
Saludetes.
Pues yo también, como Majo, quiero decirte que me ha encantado leerte. Ha sido como leerme a mi misma, como si estuvieses hablando de mi, lo hacías, verdad???.
Bueno, bromas aparte decirte que además de tener toda la razón, tu reflexión me ha recordado un curso que hice y en el que en uno de los ejercicios teníamos que escoger una pareja e ir diciéndole todo lo que íbamos sintiendo en cada momento; sensaciones físicas, pensamientos, miedos...... "siento las piedras bajo mis pies al caminar, miro como se mueve aquella rama, escucho mi voz, siento que te aburro, me da vergüenza decirlo, noto el viento en mi cara, miro tu mirada......"Recuerdo que realicé el ejercicio con un chico con el que luego hice muy buena amistad, y la conclusión que extrajimos ambos fué la cantidad de pequeñas cosas que nos pasan desapercibidas, cosas, pensamientos de los que no llegamos a ser conscientes, era impresionante cuanta vida se nos escapa en esos pequeños detalles. Y claro, si ya, como tu dices, nos dejamos arrastrar por los distintos roles que hemos de ejercer, entonces ya es la releche.
Gracias,de verdad.
Hola Majo, al leer la frase que mencionas sobre que algunos solo existen, me recuerda a Descartes con aquello de "pienso luego existo", con lo cual, creo que entonces tampoco existiría mucha gente, porque pensar lo que se dice pensar no pensamos mucho, no hay más que ver lo que estamos haciendo con el planeta y como nos portamos los unos con los otros.
En cuanto al paso del tiempo, el tiempo es el que es y el día dura 24 horas para todo el mundo y la munda, para ti, para mi, para el índio yanomami y para el astronauta de la estación espacial internacional. Yo pienso que el tiempo es como las rebanadas de pan del bocata de la merienda, la cuestión que marca la diferencia es el relleno.
En lo de mirarse al espejo y verse envejecida, me ha recordado una frase que le escuché a Galeano hace poquito, decía "tenemos que tratar de ser amigos del que vemos cada mañana en el espejo al levantarnos". El verse más o menos joven es en muchas ocasiones una cuestión propiciada por las lentillas que nos marcan las circunstancias del momento, pero aún asi lo principal es querer cada día un poquito más y mejor al viejecito o al jovencito que vemos al otro lado del espejo.
Pues si Rosa, tu lo has dicho, estaba pensando en tí cuando escribía; esto es debido a mis superpoderes que me vienen de mi pertenencia al planeta bloggia y que me permiten infiltrarme en las mentes de todo aquel que pasee por este ciber-rincón,jejeje, te imaginas...que paranoia, buffffff se me ponen los bellos como escarpias nada más que de pensarlo.
Dejando al margen las bromas, a mi esto me dice que detrás de las coordenadas geográficas que nos separan y de la prehistoria que cada cual lleva a su espalda, en el fondo, en el fondo no somos tan distintos.
Me gusta tu reflexión sobre todas aquellas cosas que nos pasan desapercibidas y que en verdad creo que de alguna manera conforman los cimientos que pisamos. Si reparásemos en esas pequeñas cosas es muy posible que nuestro paso fuese más firme y seguramente más sereno.
Gracias a las dos por vuestras aportaciones, me han gustado mucho y sobre todo me ayudan a pensar.
Besos no urgentes pero si importantes.
Excelente reflexión en la que me veo reflejado en un punto de mi avance y educación de hace unos años. Quién soy. Lo importante muchas veces no son las respuestas sino las preguntas adecuadas. Y tú has sabido responder finalmente a una que es vital.
Llego la última, y ya está casi todo dicho. Sobre todo, porque hablas de sensaciones universales.
No sabes cómo te he echado de menos esta semana...
Besos.
Dezaragoza eso de lo importante son las preguntas más que las respuestas me recuerda al pensamiento aparicionista, jejeje, bromas aparte, me alegra haber puesto mi granito de arena con alguna respuesta, aunque no se bien cual, pero bueno, lo importante es participar.
Cris, los últimos son los primeros o algo así era, no? pues toma nota. Será que compartimos universo y por eso nos identificamos.
Yo también te echo mucho de menos, nuestra terapia de grupo es de lo más útil y constructiva. Como dicen en las pelis, continuará...
Gracias por los besos (que tan caros vendes, según tu abuela).
Besos.
Publicar un comentario