domingo, 22 de enero de 2012

La belleza de un segundo.

Hay un cuento oriental que leí hace ya bastante tiempo y que me viene acompañando desde entonces.
Cuentan que en cierta ocasión un discípulo le preguntó a su maestro:
“Maestro ¿dónde tengo que ir para encontrar la verdad?”
A lo que el maestro le contestó:
“Sigue la dirección que te marque la punta de tu nariz”
El discípulo con cara sorprendida movía la cabeza a un lado y a otro y decía:
“Pero maestro, ¿cómo voy a seguir el camino que marque la punta de mi nariz?
“Si, tu sigue la dirección que te marque la punta de tu nariz, si lo que quieres es encontrar la verdad”- replicó el maestro.
“¿Y cuándo debo pararme una vez que comience a andar?”- inquirió el discípulo.
“Cuando quieras”- respondió el maestro.
“¿Y allí estará la verdad?- dijo el discípulo.
“Allí mismo, justo delante de tus narices”- respondió con una sonrisa el maestro.

Desde que leí este cuento me lo suelo aplicar en todas aquellas ocasiones que soy capaz de mirar pero no soy capaz de ver, que suelen ser para mi desgracia bastantes más de las que yo quisiera.
Ahora que estamos en la era de la tecnología y el sentido de la vista es uno de los más utilizados, a veces me suelo sorprender de qué manera atrofiamos este sentido, pues pese a la híper estimulación a la que lo tenemos sometido tengo la sensación de que cada vez resulta más difícil ver. Miramos y miramos pero no tengo yo claro que veamos. Hemos dejado de navegar surcando mares y recorriendo territorios para navegar a través de una pantalla, buceamos entre cantidades ingentes de información que nos ahogan más que si nos metiésemos debajo del agua a disfrutar de ese otro universo subacuático que tenemos en nuestro propio planeta y difícilmente cruzamos una palabra en un ascensor con un desconocido mientras que podemos tener una apasionada sesión de cibersexo con otro semejante desconocido. No puedo evitar por menos que sentir que algo no funciona.
Todo esto viene porque hace un tiempo escuché una noticia aunque hasta hoy no encontré algo más detallada la información. El caso es que el director de cine Wim Wenders con el patrocinio de una marca de relojes abrió un concurso en el que se invita a todos los amantes del cine a mostrar la belleza de la vida en un segundo de duración. Así, se ruedan cortometrajes con imágenes de un segundo de duración bajo el título “la belleza de un segundo”.
He de reconocer que la idea me pareció mágica, pues creo que poco más se necesita para deslumbrarse por la belleza de un instante y además considero que hay tanta belleza rodeándonos que podría ser ésta una oportunidad especial para reparar en todos esos micro espacios que dejamos pasar de largo y que sin embargo siguen estando ahí “justo delante de nuestras narices”. Y es que creo que la verdad no es otra que estamos rodeados de belleza que simplemente está pacientemente esperando a que la veamos y la disfrutemos.



Dejo unos videos recopilatorios de algunas de las imágenes que se han enviado al concurso y enlazo también con la página web de dicho certamen.


Disfrutenlos y a continuación miren a su alrededor y vean.








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