sábado, 12 de marzo de 2011

La cima no está arriba.



Ya en más de una ocasión he hecho referencia a mi amor por la montaña y todo lo que ella ofrece o representa. Por eso quizás esta entrada a alguno que otro que haya leído anteriores post le puede resultar una nueva incursión en el tema, aunque he de decir que nada más lejos, al menos en lo que a mi intención inicial de compartir se trata, pues creo firmemente que no es necesario amar la montaña ni tan siquiera que te guste para entender lo que hay más allá de lo que a continuación se dice utilizando el amor a la montaña como una metáfora de algo más primigenio y vital para cualquier humano como son la fe, la confianza, la perseverancia y la ilusión. Creo que sobre estos cuatro conceptos se puede asentar cualquier vida como las cuatro patas que mantienen una mesa firme y estable. Seguramente habrá quien meta alguna más. A mi, a día de hoy y a estas alturas de mi partido vital me parecen suficientes para al menos recorrer el trayecto en que nos late el corazón con la dignidad suficiente para decir que estamos vivos.


Y todo esto es posible también debido a la enorme generosidad y a la magistral lección de compañerismo que da la compañera del protagonista del reportaje. Se suele decir que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, aunque yo soy más de pensar que si hay algún gran hombre es gracias a alguna gran mujer porque si no es así, difícil veo yo el crecimiento.


En fin, si alguien se anima a ver los dos videos que en total son quince minutos, creo que será un ratito de disfrute y aprendizaje más allá de los bellos paisajes que se ven.


Abrazos.


NOTA: Por problemas de incompatibilidad de versiones diferentes de windows u otro rollo por el estilo que no me llego a enterar no he podido insertar el video de manera directa, por eso pongo los dos enlaces respectivamente. Pido perdón, pero son los esoterismos de la cibernética.





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