Llevo ya casi tres semanas a nueve mil kilómetros de mi casa, concretamente en el sur de India, en una ciudad que se llama Chennai, cuya característica fundamental es que aquí se alojan ocho millones de personas, y digo bien, se alojan que no quiere decir que vivan, porque vivir es otra cosa (por supuesto, según mis parámetros particulares), en todo caso sobreviven. Es este un contexto hostil, al menos a mi me lo resulta, pues la decrepitud es la constante en todo el entorno. Casi todo, por no decir todo, está en un estado ruinoso, bien porque se fue desgastando con el tiempo y no se arregló o bien porque no hubo recursos ni siquiera para terminar de construir y tener la ínfima oportunidad de tener un instante de inauguración, quedando muchas veces las cosas en un estado de permanente intención que no llega nunca a consolidar y tampoco queda claro qué tipo de intención la motivó. Las personas en general son educadas pero me da la sensación de que está tan integrado el sentimiento de supervivencia que la hospitalidad tampoco es la palabra que mejor se ajusta a esta realidad. Hay recursos pero están mal repartidos. Hay modernidad aunque no hay renovación. Todo esto da como resultado una realidad confusa en donde el querer y el poder no se ponen de acuerdo, de manera que cuando se quiere no se puede y cuando se puede nadie toma las riendas.
En este escenario me intento mover aunque sea como pez fuera del agua, procurando con dificultad respirar un aire que también me resulta extraño. Me cuesta entender sin caer en la imitación sin sentido, demuestro gran torpeza para desenvolverme con muchos más medios materiales en un entorno al que la totalidad de quienes me rodean acceden con toda naturalidad sin siquiera tener lo básico. Soy en definitiva un neonato en esta otra dimensión de la vida.
Paralela y casualmente en estos días mi hija está aprendiendo a andar, ha pasado de andar a cuatro patas a sostenerse sobre sus dos pies y dar sus primeros pasos sin que nadie la ayude. Para mí está siendo muy curioso ver cómo poco a poco va buscando sus referencias, gestiona los desequilibrios y cae sin dañarse para rápidamente volver a levantarse e intentarlo de nuevo. Me viene a la cabeza en estos días también un comentario que me hizo el pediatra acerca del proceso de gatear en donde me venía a decir de la importancia que tiene el proceso de gatear como paso previo para echar a andar sobre dos pies porque este paso previo adiestra al niño en la habilidad de saber caerse sin hacerse daño.
Me acuerdo de este comentario, de la realidad de mi hija y de la realidad que yo estoy viviendo en estos momentos paralelamente a la suya y me hace pensar que en cierto modo yo estoy ahora gateando en esta parte del mundo, cayéndome y algo más escandalosamente que ella dándome de bruces con el suelo, pero si todo este paralelismo continua espero que todo este proceso me sirva también a mí para aprender a andar por el mundo.
En este escenario me intento mover aunque sea como pez fuera del agua, procurando con dificultad respirar un aire que también me resulta extraño. Me cuesta entender sin caer en la imitación sin sentido, demuestro gran torpeza para desenvolverme con muchos más medios materiales en un entorno al que la totalidad de quienes me rodean acceden con toda naturalidad sin siquiera tener lo básico. Soy en definitiva un neonato en esta otra dimensión de la vida.
Paralela y casualmente en estos días mi hija está aprendiendo a andar, ha pasado de andar a cuatro patas a sostenerse sobre sus dos pies y dar sus primeros pasos sin que nadie la ayude. Para mí está siendo muy curioso ver cómo poco a poco va buscando sus referencias, gestiona los desequilibrios y cae sin dañarse para rápidamente volver a levantarse e intentarlo de nuevo. Me viene a la cabeza en estos días también un comentario que me hizo el pediatra acerca del proceso de gatear en donde me venía a decir de la importancia que tiene el proceso de gatear como paso previo para echar a andar sobre dos pies porque este paso previo adiestra al niño en la habilidad de saber caerse sin hacerse daño.
Me acuerdo de este comentario, de la realidad de mi hija y de la realidad que yo estoy viviendo en estos momentos paralelamente a la suya y me hace pensar que en cierto modo yo estoy ahora gateando en esta parte del mundo, cayéndome y algo más escandalosamente que ella dándome de bruces con el suelo, pero si todo este paralelismo continua espero que todo este proceso me sirva también a mí para aprender a andar por el mundo.
5 comentarios:
Pues felices caminatas. Escribes poco campeón, se te echa de menos. Ya nos contarás qué haces tú por el sur de la India. Saludos.
Muy interesante lo que cuentas, espero que sigas compartiendo, aunque sea gateando.
Un abrazo
Ayy Säddha, que haces por ahi??
Seguro que ese proceso te enseña algo valioso. A ti, sí.
Tu nena ya anda!!!! :_)
Besitos
Es triste saber que dejamos a esos pueblos a la suerte de su miseria.
un abrazo
Hola a tod@s, perdonad mi tardanza en contestar, sigo lento por la vida, pero poco a poco voy pillando el ritmo.
Ante todo decir que he ido a India basicamente a hacer de padre, quiero decir, mi compa tenía curro allí, y yo he ido a cuidar a nuestra hija, pero bueno, la paternidad no le pone a uno orejeras ni le venda los ojos para poder impregnarme de lo que me ha rodeado. Ya contaré más despacio.
Amigo maño, yo también os echo de menos a todos y cada uno de los que os leo, pues hasta para la lectura está mi ritmo ralentizado, pero no me despego, os sigo.
Chencho, como tú bien dices en el gateo me hallo, pero así también hay movimiento y mientras hay movimiento hay vida ;)
Rosita de mis amores, mi nena se echó a andar en cuestión de una semana, ha sido otro de los espectaculos que mis ojos han contenplado en este tiempo.
Romek si de algo me ha servido a mi este viaje ha sido para reformularme en lo que a mis esquemas se refiere. Después de este experiencia una de las conclusiones a las que he llegado es que ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos y ni los pobrecitos son tan itos. La realidad es poliedrica que alucinas y desde esta cara del mundo se ve una realidad que en muchas cosas no tiene nada que ver con la realidad que se ve desde aquella cara. En fin, a ver si hago alguna entradilla al blog en la que cuente con más claridad mi punto de vista.
Gracias por pasar por este rincón del ciberespacio.
Muchas gracias a tod@s por seguir por estos lares, por mi rincón y por el vuestro pues tan agradable es que me visiteis como poder leeros.
Besos a tod@s.
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