jueves, 11 de junio de 2009

Acompañar en el sentimiento.

En estos últimos días han sido bastantes las personas que me han dado el pésame; unos utilizaban la formula “lo siento”, otras me decían “te acompaño en el sentimiento” y otras personas manifestaban “mi más sentido pésame”. Pero sea cual sea la frase o la fórmula utilizada me quedo con lo importante para mi que es la necesidad de manifestar el apoyo desde la comprensión emocional de la situación que se está viviendo.

Es verdad que los humanos somos seres eminentemente sociales y que por tanto funcionamos por y para el contacto de los unos con los otros, pero también es cierto que hay una necesidad más profunda que la mera compañía corporal. ¿Cuántas veces nos habremos sentido solos estando rodeados de gente?, para mí en concreto esa es la peor de las soledades que puedo sentir. Luego creo que en el fondo hay una necesidad algo más íntima, que es la que realmente nos sostiene en el acto de relacionarnos. Es como la propia musculatura de nuestro cuerpo, tenemos una musculatura externa que digamos es la que se ve a simple vista y la que tratamos de desarrollar cuando vamos al gimnasio para esculpir la tableta de chocolate (el que lo haga), pero luego está la musculatura profunda que es la que realmente sostiene al esqueleto y la que nos mantiene en nuestra estructura natural. En las relaciones creo que hay un mecanismo parecido, nos relacionamos con infinidad de personas, con las que compartimos diferentes espacios y facetas de nuestra vida y con las que vamos dibujando el día a día; pero lo que sin duda nos aporta el equilibrio y me atrevería a decir que casi el sentido de la existencia, son aquellas relaciones con las que conectamos en campos más profundos de nuestro ser, en los sentimientos, en nuestra manera de entender y pensar el mundo, compartiendo emociones… son éstos, territorios acotados al gran público, pero paradójicamente muy necesitados de compañía y atención, lo que hace que la variable calidad se imponga a la variable cuantitativa o como se suele decir “más vale poquitos pero bien avenidos”.

En estos días esta fórmula del pésame repetida en sus distintas variantes me ha llegado también de diferentes formas; desde la frase hecha porque es lo que toca decir, pasando por un compartir el trago por estar en el mismo lado que yo, hasta manifestárseme y percibir un sentimiento solidario aunque no se esté compartiendo la misma realidad. Esto me ha hecho caer en la cuenta del mensaje tan bello que se transmite cuando alguien dice “te acompaño en el sentimiento”. Conjugar el acto de acompañar con todo lo que conlleva y hacerlo desde el sentimiento que es esa capa de la cebolla tan profunda que pudiera ser la dermis del corazón, representa un acto de amor tan grande, que me ha hecho pensar que es una lástima que solo se utilice para las muertes y los momentos de duelo. Creo que si abandonásemos ciertos convencionalismos y nos ciñéramos un poquito más a lo que las palabras pueden transmitir, nuestras relaciones mejorarían sustancialmente y por consiguiente nuestra calidad de vida se vería notablemente beneficiada; con lo que pasaríamos a convertir una frase que en un tiempo se relacionaba con la muerte a ser un medio para mejorar la vida, que visto así bendita paradoja sería esta. ¿O es que alguien que está en paro y se las ve y se las desea para llegar a fin de mes no necesita sentirse acompañado en ese sentimiento de angustia? ¿o alguien que se siente radiante de felicidad y le embarga la emoción por la llegada de un hijo no necesita sentirse acompañado en ese sentimiento?

No creo que haya descubierto el Mediterráneo con esta reflexión, pero en lo que a mi respecta intentaré expresar mi disposición a acompañar en el sentimiento a partir de ahora también en territorios extra-tanatorios y a hacer de la obviedad otra manera de vivir mi vida.

Nota: aunque conozco el término empatía, creo que esta palabra está más lejos del oído del pueblo que las palabras “acompañar” y “sentimiento”, por eso abogo por esta fórmula.

5 comentarios:

dezaragoza dijo...

Pues me parece genial que le saques punta al tema. A veces es interesante que nos recuerden lo obvio porque por desgaste y repetición se olvida, se distorsiona o se utiliza en otros intereses.

Como siempre, eres grande.

Majo dijo...

Muy bueno, Sâddha. Todos conocemos gente que sólo es capaz de acercarse a los demás cuando estos están en sus momentos más bajos. No digo que algunos no lo hagan de buena fe, pero otros, en cambio, me parece que lo hacen para -en un momento de debilidad del otro-, sentirse importantes, necesarios.

Lo raro es encontrar gente que te acompañe y comparta (de verdad) tu alegría, porque ahí muchas veces entra en juego la envidia y la falsedad, ya que no todos desean que a los demás les vayan bien las cosas.

Siento si soné dura (otra vez en poco tiempo), pero me ha venido a la cabeza un ejemplo concreto de parásito emocional (que conozco) y me he visto escribiendo esto casi sin darme cuenta :P

Muchos besitos.

Cris dijo...

Me parece espectacular cómo ves las cosas, en el sentido de saber dónde te tienes que ir apoyando para recperarte de los golpes, y de hacerlo con tanta fuerza y hacia delante.

Así que te tomo la palabra:
Te acompaño en el sentimiento por el nacimiento de tu primer baby.

:)

Pilardepiedra dijo...

Me parece muy interesante esta reflexión que haces y me ha gustado mucho más la comparación con el cuerpo.

Soy de que las piensan que nuestro cuerpo es un reflejo de cómo funciona el mundo. Y es verdad que la musculatura interna es la que realmente sostiene, la que cuando se atrofia duele y la que si está relajada hace que todo lo demás funcione bien.

Yo hace unos años estuve haciendo "antigimnasia" que es un palabro un poco raro pero que consiste, precisamente, en unos ejercicios de relajación de la musculatura interna, que se deberían hacer antes de hacer cualquier gimnasia.

La práctica de estas técnicas hicieron, en otras muchas cosas, que a modo de ejemplo, mi diafragma no estuviera contraído, que pudiera respirar mejor y así oxigenarme más.

Tenía contracturada la musculatura interna de mi espalda y hacía que mi postura se torciera y así el resto de partes de mi cuerpo no funcionaran bien.

Bueno, después de este rollo, lo que vengo a decirte es que estoy totalmente de acuerdo contigo, que las relaciones más profundas, donde hay una conexión con los pilares importantes en tu vida, son los que te sustentan y los que te dan vida para que todo lo demás funcione.

Tenemos que mimar mucho esas relaciones y "acompañarnos en los sentimientos" durante toda la vida.

Abrazos

Sâddha dijo...

Hola a tod@s y como siempre gracias por pasar por aquí, comentar y completar este blog.

Dezaragoza lo jodido es que estamos inmersos en un mundo que va a una velocidad tan endemoniada y a un nivel tan tecnologizado que vamos dejando lo obvio de lado como si obvio y gilipollez fuesen sinónimos y no caemos en la cuenta de que son las obviedades las que todavía nos permiten tener los pies en la tierra.

Majo, la variedad carroñera no solo se da dentro del reino animal, también dentro de la especie humana vamos bien despachados de este tipo de seres. La cuestión con la que yo prefiero quedarme de nuestra especie es con la posibilidad que tenemos, aunque no siempre la desarrollemos, de elegir qué personas queremos que nos acompañen, o mejor dicho, qué personas no queremos que nos acompañen. Si alguien nos molesta o nos jode y permitimos que siga a nuestro lado, es solo y excluivamente bajo nuestra responsabilidad, porque quizás no podamos evitar que viaje a nuestro lado, pero si que podemos cerrar las ventanas y que se de de bruces con el cristal o con su triste reflejo.
Yo explicitamente he enterrado a mi madre, pero implicitamente el entierro es bastante más amplio.
Y para nada has sido dura.

Cris, quizás esto que yo hago es como cuando tengo que cruzar un río y no me apetece mojarme los pies porque el agua está muy fría y voy pisando en distintas piedras y realizando un cierto camino hasta llegar a la otra orilla. De alguna manera en mi vida hago lo mismo, voy viendo qué piedras tengo que pisar para intentar no caerme, aunque eso no me libra de que alguna me vez me caiga, me moje, me seque y tire para adelante o incluso me de cuenta de que el agua no está tan fría como yo me lo imaginaba en mi cabeza.

Pilar, coindico contigo en esa analogía entre el cuerpo y el mundo. Es más lo que comentas de la antigimnasia (técnica que conozco, porque dicho sea de paso, soy profe de yoga), creo que va mostrando como nuestro cuerpo o nuestro mundo interior va reflejando el modo en que nos relacionamos con el mundo exterior. Si nuestra relación con el mundo exterior es armónica y equilibrada de la misma manera esa armonía y equilibrio serán las costantes en nuestro mundo interior (músculos, articulaciones, sistema nervioso, cuerpo energético...)Y de igual, si hacemos por tener un cuerpo que funcione de manera armónica y sana, esto repercute directamente en nuestra relación con el mundo exterior.

Y si, tenemos que mimar mucho nuestras relaciones, empezando por la que tenemos con nosotr@s mism@s.

Besos a tod@s y gracias por contribuir a mi crecimiento y como ya he dicho en otras ocasiones por completar este espacio que es el blog.