Recurro al título del libro de Pedro Casaldáliga “Cuando los días dan que pensar” para retomar el contacto con el blog después de una ausencia de casi dos meses, pues si bien es cierto que no he escrito, para bien o para mal no he dejado de pensar ya que no falta materia prima sobre la que calentarse la cabeza, basta con echar una mirada alrededor…
En todo este tiempo han sido muchas las ideas que se han dibujado por mi cabeza, bastantes las situaciones que me han dejado cierta marca y que de alguna manera han contribuido en el proceso permanente de modelar mi vida cual figura de barro. Pero como por algún sitio hay que empezar he decidido escribir sobre lo que últimamente me crea cierto tormento y para ello he recurrido a un verso de Silvio Rodriguez con lo de “no es lo mismo pero es igual”.
El caso es que en todo este último bombardeo electoral aderezado de precampaña, campaña, “fiesta de la democracia”, análisis de resultados, etc, etc, etc. Me encuentro con que mis neuronas no dan abasto entre gestionar toda la información que llega a mi cerebro y por otro lado dar las órdenes correctas para que mi organismo contenga las bilis y no vomite en cualquier parte.
Vivo en un país marcado por una curiosa manera de regirse a la hora de decidir por dónde quiere tirar. Como ya escuché en su día, en este país no hay un partido que gana las elecciones, sino otro partido que las pierde. La capacidad pensante de la población alcanza para decir que no quiere que esté tal o cual dirigiendo pero no para decidir si quien lo sustituye está capacitado o coincide su plan de acción con nuestros ideales. Y que nadie se eche las manos a la cabeza pensando que estoy haciendo crítica del PP, ni mucho menos, hago crítica de la manera en que funcionamos a la hora de decidir, y luego nos dedicamos a lamentarnos de las repercusiones que tengan nuestras decisiones.
Vivo también en un país marcado por la paradoja que hace que todo lo justo tenga que ser legal pero no todo lo legal tenga porqué ser justo. Y eso nos lo comemos a diario en multitud de situaciones que nos afectan y que nos afectarán cada vez más hasta que el nudo invisible que llevamos atado al cuello haga que se nos salgan las amígdalas por las cuencas de los ojos.
Y vivo en un país en el que las formas se comen el fondo de la misma manera que los conceptos se comen a los objetos.
En definitiva, ayer escuchaba en la radio a un educador de la cárcel que comentaba que el otro día un preso le dijo “yo creo que las cárceles se han inventado para hacer creer a los que están fuera que son libres”; y reflexionaba este educador diciendo “no es lo mismo ser libre que andar suelto”. Esta frase del preso y la reflexión del educador me dejaron un pellizco en la conciencia que me hicieron sentir más claramente las argollas que me atan a pesar de que cuando lo escuché iba corriendo, y es que atendiendo a lo que se ve, ciertamente no es lo mismo pero parece que da igual…
En todo este tiempo han sido muchas las ideas que se han dibujado por mi cabeza, bastantes las situaciones que me han dejado cierta marca y que de alguna manera han contribuido en el proceso permanente de modelar mi vida cual figura de barro. Pero como por algún sitio hay que empezar he decidido escribir sobre lo que últimamente me crea cierto tormento y para ello he recurrido a un verso de Silvio Rodriguez con lo de “no es lo mismo pero es igual”.
El caso es que en todo este último bombardeo electoral aderezado de precampaña, campaña, “fiesta de la democracia”, análisis de resultados, etc, etc, etc. Me encuentro con que mis neuronas no dan abasto entre gestionar toda la información que llega a mi cerebro y por otro lado dar las órdenes correctas para que mi organismo contenga las bilis y no vomite en cualquier parte.
Vivo en un país marcado por una curiosa manera de regirse a la hora de decidir por dónde quiere tirar. Como ya escuché en su día, en este país no hay un partido que gana las elecciones, sino otro partido que las pierde. La capacidad pensante de la población alcanza para decir que no quiere que esté tal o cual dirigiendo pero no para decidir si quien lo sustituye está capacitado o coincide su plan de acción con nuestros ideales. Y que nadie se eche las manos a la cabeza pensando que estoy haciendo crítica del PP, ni mucho menos, hago crítica de la manera en que funcionamos a la hora de decidir, y luego nos dedicamos a lamentarnos de las repercusiones que tengan nuestras decisiones.
Vivo también en un país marcado por la paradoja que hace que todo lo justo tenga que ser legal pero no todo lo legal tenga porqué ser justo. Y eso nos lo comemos a diario en multitud de situaciones que nos afectan y que nos afectarán cada vez más hasta que el nudo invisible que llevamos atado al cuello haga que se nos salgan las amígdalas por las cuencas de los ojos.
Y vivo en un país en el que las formas se comen el fondo de la misma manera que los conceptos se comen a los objetos.
En definitiva, ayer escuchaba en la radio a un educador de la cárcel que comentaba que el otro día un preso le dijo “yo creo que las cárceles se han inventado para hacer creer a los que están fuera que son libres”; y reflexionaba este educador diciendo “no es lo mismo ser libre que andar suelto”. Esta frase del preso y la reflexión del educador me dejaron un pellizco en la conciencia que me hicieron sentir más claramente las argollas que me atan a pesar de que cuando lo escuché iba corriendo, y es que atendiendo a lo que se ve, ciertamente no es lo mismo pero parece que da igual…
2 comentarios:
Hola Sadha, me alegra volver a sentirte por este espacio blogero.
Un abrazo.
Hola Chencho, aquí sigo aunque la asiduidad de paso no sea en este tiempo mi fuerte. Entre los propósitos para este próximo año está el dedicarle algo más de atención a esta esquina del mundo, que al menos como terapia me viene fenomenal. Gracias por estar y seguir por aquí. Y feliz año nuevo.
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