La vida es un camino que hay que aprender a recorrer. Hay que aprender a dar cada paso, ser consciente del terreno que piso, de la longitud de mi paso, del peso de mi pisada, de la velocidad o la frecuencia de mi caminar... en definitiva, vivir cada paso con toda la conciencia posible. Hay que aprender a tener tropiezos a padecer heridas, a caerse y a volver a levantarse. Este camino tiene sus reglas, tiene sus pautas. Este camino tiene sus mapas, y conocerlos ayudará seguramente a llegar más entero al final del recorrido, final que no es otro que el gozo del trayecto, sea cual sea su distancia.
Un ingeniero que se llamaba Korzybski decía que en realidad todos construimos una especie de esquema del mundo en el que habitamos, un “mapa” del territorio y en él, vivimos. Pero el mapa , aclara bien Korzybski, no es el territorio.
El mapa es apenas nuestro mapa. Es la idea que nosotros tenemos de cómo es la realidad, aunque muchas veces esté teñida por nuestros prejuicios. Aunque no se corresponda exactamente con los hechos, es en ESE mapa donde vivimos.
Muchas veces no vivimos en la realidad sino en nuestra imagen de ella. Y esto puede resultar en ocasiones bastante peligroso...
Dicen que una vez un borracho caminaba distraído por un campo.
De pronto vio que se le venían encima dos toros, uno era verdadero y el otro imaginario.
El tipo salió corriendo para escapar de ambos hasta que consiguió llegar a un lugar donde vio dos enormes árboles.
Un árbol era también imaginario pero el otro por suerte era verdadero.
Borracho como estaba, el pobre desgraciado trató de subirse al árbol imaginario y lo agarró el toro verdadero...
Un ingeniero que se llamaba Korzybski decía que en realidad todos construimos una especie de esquema del mundo en el que habitamos, un “mapa” del territorio y en él, vivimos. Pero el mapa , aclara bien Korzybski, no es el territorio.
El mapa es apenas nuestro mapa. Es la idea que nosotros tenemos de cómo es la realidad, aunque muchas veces esté teñida por nuestros prejuicios. Aunque no se corresponda exactamente con los hechos, es en ESE mapa donde vivimos.
Muchas veces no vivimos en la realidad sino en nuestra imagen de ella. Y esto puede resultar en ocasiones bastante peligroso...
Dicen que una vez un borracho caminaba distraído por un campo.
De pronto vio que se le venían encima dos toros, uno era verdadero y el otro imaginario.
El tipo salió corriendo para escapar de ambos hasta que consiguió llegar a un lugar donde vio dos enormes árboles.
Un árbol era también imaginario pero el otro por suerte era verdadero.
Borracho como estaba, el pobre desgraciado trató de subirse al árbol imaginario y lo agarró el toro verdadero...
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