A veces cometemos la osadía de imaginarnos como queremos que sea el resto de nuestra vida; añadiendo y borrando de manera convulsa detalles y capítulos, en un afán por diseñar una historia que invite a tirarse de cabeza a ese futuro que acecha, sin caer en la cuenta del momento presente.
El horizonte sin camino es una raya,
el camino sin pasos es vacio.
El futuro sin presente queda yermo.
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