viernes, 29 de julio de 2011

Donde pongo el ojo...



Una de las pocas cosas útiles que le saqué al tiempo de aprendizaje en la autoescuela, además de adquirir el permiso de conducción, fue una frase que me decía el profesor cuando iba conduciendo y veía venir de frente un camión, en ese momento el siempre me repetía "no mires el camión, mira el hueco por el que tienes que pasar, si miras el camión entonces te dirigirás hacia el camión y te toparás de frente contra él, pero si diriges tu mirada al espacio por el que has de pasar, entonces conducirás en esa dirección y pasarás sin mayor problema". Y creo que no se equivocaba pues al principio el miedo me hacía tener la mirada pegada como un imán en el vehículo de enfrente y era el profesor el que me tenía que corregir el volante pues me dirigía de manera irrefrenable hacia el susodicho hasta que poco a poco fuí aprendiendo a mirar al lugar adecuado.

Con el tiempo esta anecdota de aprendizaje la he ido estrapolando a lo largo de mi vida pues creo que es muy facilmente aplicable a otras muchas esferas de nuestra cotidianidad. Los miedos y las inseguridades forman parte de la tela de araña de un sistema voraz frente al que discrepa de lo establecido y se ha de tener mucha templanza para mantenerse uno firme en sus decisiones y llevar las riendas de la propia vida asumiendo los aciertos y los errores, cada uno de ellos con su peso específico.

Todo esto viene a cuento porque ayer por la mañana mantuve una breve conversación con una persona mayor que yo, y quiero dejar claro este dato porque así lo recalcaba ella para con ello sentenciar que llevaba razón en lo que afirmaba pues al ser mayor que yo tenía más experiencia en la vida y por consiguiente sus palabras eran las acertadas. El caso es que me preguntó por mi hija y me preguntó también, bueno mejor dícho, no me preguntó sino que sentenció "ya no quereis tener más hijos ¿verdad?" Y cuando le dije que si, que a mi personalmente si que me gustaría tener más hijos, su respuesta fue "el tener hijos para lo único que sirve es para hacer más desgraciados en este mundo, solo se consigue traer más bocas que pasen hambre, que padezcan catastrofes y que pasen guerras..." a esto le siguió toda una argumentación de lo mal que está el mundo, de lo mala que es la gente y del poco arreglo que tiene esta situación mundial.

Creo que no es necesario exponer la facil contra argumentación que se puede hacer a esta opinión. Simplemente me acordé una vez más de la lección que aprendí cuando me iniciaba en la conducción y me quedé con la duda de si atendiendo al modo de pensar y de ver la vida de esta persona sería cuestión de tiempo que se estrellase contra el muro del pesimismo y fuese un claro ejemplo de la profecía autocumplida o esto era el efecto de un choque ya sucedido y lo que yo tenía frente a mi era el rebote del impacto. No se quien o qué tendrá esta persona para ayudarle a enderezar el volante de su vida, pero espero que cuente con ello porque el margen de tolerancia frente a los impactos cada vez será menor.