viernes, 30 de diciembre de 2011

El nudo y el desenlace



Me contaron no hace mucho tiempo una pequeña actividad que se hizo en un curso de habilidades sociales. La dinámica en si era muy sencilla, consistía en que cada persona tuviese en sus manos un trozo de cuerda de tamaño indeterminado, ni excesivamente largo como para enredarse y entorpecer ni tan corto que no se pudiese coger con las dos manos. Una vez que cada cual tenía su trozo de cordel entre sus manos, la profesora dijo que la longitud de dicha cuerda representaba la longitud de nuestra vida. La reacción instintiva fue mirar unos a otros para ver quien tenía una vida más larga, pero una vez superado esa primera respuesta automática la vista se posó sobre el propio trozo de cuerda, quizás tomando una referencia o acaso calibrando sobre la vida propia, como esa imagen clásica que describen quienes han estado muy cerca de la muerte y cuentan que han visto pasar muy rápidamente su vida cuando han estado en el límite. Ver o intuir nuestra vida en su conjunto es ya de por si un ejercicio de lo más curioso, pero la cosa no quedaba ahí, pues a continuación la profesora propuso que se le hiciese un nudo a la cuerda en el punto o a la altura que cada cual considerase que podría ser el momento actual con respecto al conjunto total de la vida. Eso ya supuso un trabajo más reflexivo aún pues la tendencia es a situar el momento presente de acuerdo a lo vivido y teniendo siempre una referencia respecto al punto inicial que se encuentra en el pasado, pero la incertidumbre sobre el futuro hace que esa referencia por arriba no se tenga en cuenta. Una vez que cada cual hizo el nudo a la altura donde consideró conveniente, la profesora comentó que el ejercicio tenía como finalidad que cada cual pudiese experimentar de una manera más gráfica el punto vital en el que se encuentra, de manera que si bien el trozo de cuerda que hay por debajo del nudo está cargado de experiencias que han aportado unos conocimiento y unas destrezas, es útil tener una idea de lo que nos puede quedar por delante y cómo queremos vivirlo de acuerdo a lo que sabemos y tenemos.
A veces sucede algo que sirve de punto de inflexión en la vida, si bien no es una condición imprescindible, basta con que uno quiera para que se pueda situar en un momento dado ese punto de inflexión. Uno se lo puede plantear por una cuestión totalmente arbitraria y subjetiva o puede estar más condicionado por fenómenos sociales de cambios de ciclo como pueda ser un cambio de año como el que está a la vuelta de la esquina. Sea como fuere y tanto si hay cambio de dirección como reafirmación de la dirección que ya se tenía, me pareció esta práctica de la cuerda un ejercicio muy saludable de auto-orientación personal. Y aprovechando la coyuntura del cambio de año a mí me ha resultado sugerente al menos para plantearme un poquito más claramente qué quiero hacer con el trozo de cuerda que me queda por delante.